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A pocos días de finalizar el año, tras la dura experiencia que trajo consigo la pandemia global, es menester reflexionar acerca de la oportunidad que nos brinda el 2021 para mejorar nuestros hábitos de consumo, cuidado de la salud y protección del medioambiente; pero también, es momento de pensar en la necesidad de reordenar nuestras finanzas personales acorde a las expectativas de recuperación en este nuevo año.
Resulta
frecuente encontrar a emprendedores o microempresarios que combinan sus
finanzas personales con las de su negocio, lo cual representa un enorme error
puesto que impide a los negocios crecer, compromete su sostenibilidad y limita
la capacidad para identificar nuevas oportunidades de expansión; razones
suficientes para empezar este año diferenciando lo uno de lo otro.
En un
año que definitivamente representa un punto de quiebre en el siglo XXI y que
marcará definitivamente las relaciones interpersonales entre productores y
consumidores, debemos preguntarnos de cara al 2021: ¿Tenemos los mismos
objetivos? ¿Cómo ha cambiado nuestro negocio? ¿Cómo ha cambiado nuestra
perspectiva respecto del valor de las cosas? En fin, resulta válido plantearnos
estas preguntas para saber cómo administrar nuestras finanzas en adelante y
empezar a planificar las estrategias que nos permitan alcanzar nuevas metas y
objetivos en este nuevo año.
El
primer paso consiste en conocer y evaluar nuestro balance financiero con cierre
al final de cada año; es decir, conocer con exactitud nuestra liquidez y ahorro,
el valor de nuestros activos, nivel de endeudamiento y situación patrimonial en
general. Además, es importante echar un vistazo al comportamiento de nuestros
ingresos y las variables que incidieron positiva o negativamente a la
generación de los mismos, así como la ejecución de nuestros gastos a lo largo
del año; esta radiografía nos permitirá conocer, de forma puntual y clara, las
pautas para empezar a desarrollar nuestra planificación y presupuesto.
Un
factor exógeno que debemos tomar en cuenta al momento de planificar nuestras
finanzas el próximo año, es la coyuntura económica y política del país. El
2021, al ser un año electoral, determina en el corto y mediano plazo el nivel
de seguridad jurídica, las condiciones de estabilidad macroeconómica y la
capacidad del nuevo gobierno y del sector empresarial para recuperar el empleo
y la productividad; por lo que, nuestra previsión de ventas, inversiones y
nuevo endeudamiento deben considerar dichos elementos.
De la
misma manera, es necesario conocer las condiciones que afectarán al entorno microeconómico
de nuestro negocio; es decir: volatilidad de los precios de las materias
primas, capacidad de nuestros proveedores en seguir atendiendo nuestros pedidos,
nuevos comportamientos y tendencias del consumidor en el marco de una posible
etapa post pandémica, etc.
Con este
conocimiento de un posible desempeño del mercado en el año entrante, podemos
empezar a proyectar de forma periódica nuestras ventas con un enfoque
conservador, identificando con claridad la estacionalidad y elasticidad de
la demanda de nuestros bienes o servicios. De forma similar, tomando como
referencia nuestros gastos incurridos en el año anterior, podemos
proyectarlos el próximo año bajo un escenario real y ajustándolos lo más
posible en un contexto de austeridad, priorizando aquellos exclusivamente
necesarios y provisionando las reservas del caso para poder hacer frente a
imprevistos y obligaciones tributarias o patronales.
Nuestra proyección
de ingresos debe contemplar un componte destinado al ahorro, de tal
manera que al final del año podamos contar con un capital que a su vez podamos
invertirlo en distintas opciones para que empiece a generar rendimientos en el
mediano y largo plazo. En este sentido, cultivar hábitos de ahorro requiere
disciplina, proyección y constancia para que este pueda convertirse en una inversión
rentable que trabaje por si sola, colocarlo a una inversión en activos fijos
(vehículos, casas, terrenos) que incremente nuestro patrimonio o destinarlo a
cumplir objetivos de superación profesional tales como inversión en educación.
Revisar
nuestro el nivel de endeudamiento y acomodarlo al flujo de ingresos y
gastos a lo largo del próximo año es fundamental en este proceso de
planificación y presupuestación financiera. Los pagos mensuales de créditos
bancarios de consumo o tarjetas de crédito, deben ser correctamente amortizados
de acuerdo a nuestra capacidad de pago para no atravesar problemas de iliquidez
o deteriorar nuestro historial crediticio; en ese sentido, es muy importante
conocer el límite de nuestra capacidad de endeudamiento antes de contraer
nuevas deudas y, cada vez que sea posible, destinar parte de nuestros ingresos
extraordinarios a abonos para reducir el capital e intereses.
La
elaboración del presupuesto al inicio del año debe ser lo más minucioso
posible, es recomendable establecer, en base a la nuestras propias necesidades
y la experiencia de nuestro negocio, una cantidad máxima destinada a gastos
personales; esto es: alimentación, salud, vestimenta, servicios básicos, etc., y
un máximo destinado a gastos varios o imprevistos. Parte de la disciplina
financiera que debemos mantener a lo largo del próximo año es dejar de reducir
al máximo gastos pequeños que pueden parecer “imperceptibles” pero cuya
acumulación pasan factura y comprometen parte de nuestros ahorros al final de
cada mes o año.
Finalmente,
no podemos dejar de lado la elaboración de un plan de acción y seguimiento
que nos permita alcanzar esas metas financieras que nos hemos trazado para el
nuevo año, mismo que debe establecer en detalle las actividades que debemos
ejecutar de forma mensual para poder alcanzar los niveles de generación de
ingresos que nos hemos proyectado y controlar el presupuesto de gastos. Este
plan de acción nos permitirá en el camino reorientar, replanificar o tomar
medidas correctivas a lo largo del año las veces que sean necesarias y servirá
por supuesto como instrumento para iniciar nuevos procesos de planificación
financiera en años venideros.
Manta, 28 de diciembre del 2020