Ilustración: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20191011/ecuador-mascaras-antigases-artesanales-7676522
Por: Econ. Rigoberto
Carvallo
@rigocarvallo
La dura emergencia sanitaria, producto de la
pandemia global, no solo ha puesto a prueba los sistemas de salud y capacidad
de reacción de los gobiernos para enfrentarla, en un escenario particularmente
difícil para los países de Latinoamérica que han venido experimentando hace
pocos meses, duros golpes a su estabilidad económica y política.
De acuerdo a la información proporcionada por el
Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias (SNGRE) con corte al 22
de mayo del 2020, el Ecuador ha superado los 35.000 casos confirmados de COVID19
y cerca de 5.000 personas fallecidas, lo cual representa alrededor de 294
muertes por cada millón de habitantes, lo cual nos sitúa como el país
sudamericano que peor ha manejado la pandemia desde el enfoque sanitario y cuya
mortalidad se compara con la de los Estados Unidos (ourworldindata.org).
Lastimosamente, los datos proporcionados por el
SNGRE, no son lo suficientemente sólidos para que la comunidad científica establezca
con certeza modelos para predecir la trayectoria de la curva de contagios y la
capacidad de propagación del virus. Esa débil capacidad estadística se debe
principalmente a la poca toma de pruebas que actualmente se realizan en el
Ecuador (alrededor de 3 test por cada 1000 personas) y al insuficiente
seguimiento epidemiológico de las poblaciones en riesgo; requisito fundamental
para empezar a pensar en un desconfinamiento progresivo, considerando sobretodo
que los países de la OECD realizan un promedio de 23 test por cada 1000
personas de su población.
Tras dos meses de confinamiento con medidas de
distanciamiento social, la economía ecuatoriana empieza a sentir los golpes de
la pandemia; tal es así que el Banco Mundial ya ha pronosticado un
decrecimiento del PIB en al menos un 6% para este año. Este estrepitoso golpe a
la economía ecuatoriana se explica por varios factores que resumo a
continuación:
- La fuerte caída del precio del petróleo por debajo de los USD 51,00 por barril referencial en el Presupuesto General del Estado para este año, implica menor inversión pública (menos escuelas, hospitales, carreteras y demás proyectos de infraestructura). A menor inversión, menor crecimiento de la economía, menos empleo y menos dólares en circulación; por tanto, reducción del consumo de los hogares.
- De acuerdo a la Cámara de Industrias y la Producción, la paralización de las actividades económicas producto del confinamiento traería consigo hasta el mes de abril pérdidas en ventas por encima de los USD 32 mil millones. Esto es básicamente el 15% del total de las ventas que se generan al año en el país.
- Esta paralización y reducción en ventas, implica además caída en la recaudación tributaria; es decir, menos ingresos permanentes al Estado para financiar su gasto corriente; es decir: sueldos a docentes de colegios, escuelas y universidades, personal de la salud (médicos, enfermeras), policías, militares y trabajadores sociales. Todos ellos representan el 75% de todo lo que gasta el Estado en sueldos y salarios, por tanto, menor recaudación tributaria implica despidos y recortes al gasto, lo que se traduce en el debilitamiento de las capacidades del Estado y desmejoramiento de la calidad del servicio público.
- De acuerdo al Gobierno Nacional, hasta el momento el Covid19 ha resultado en la pérdida de 150.000 puestos de trabajo; es decir un significativo deterioro de la tasa de pleno empleo.
Debemos comprender que el efecto del Covid19 en la
economía ecuatoriana es un shock externo y como tal, debe combatirse con
mecanismos de política exterior; es decir, cuidar la dolarización y la balanza
comercial no petrolera, además de resguardar el sistema de pagos para que el
circulante de la economía genere liquidez y consumo de los hogares.
Varios países han tomado, temprano o tarde, medidas
para atender la crisis y el Ecuador no ha sido la excepción, pues más allá de
los protocolos de bioseguridad y de las medidas de reacción “inmediata” para el
manejo de la crisis por parte Comité de Operaciones de Emergencia (COE Nacional),
hace apenas pocos días atrás, la Asamblea Nacional, por iniciativa del Gobierno
Central, aprobó la denominada “Ley Humanitaria” con una serie de articulados
que, lastimosamente, no identifican ninguna premisa clara para la obtención de
recursos económicos para que el Estado pueda enfrentar los efectos de la crisis
sanitaria y menos para una rápida reactivación económica post-pandemia.
En su lugar, dicha Ley plantea por un lado, medidas
para no perder lo poco de liquidez de las personas y sostener (en parte) el bienestar
de los hogares durante y después del Estado de Excepción; por ejemplo: la no suspensión
de asistencia a clases por retraso de pago en escuelas, prohibición de
incremento en tarifas de servicios básicos, no suspensión de cobertura de
seguro de salud por falta de pago, instar a la Junta Monetaria a reducir las
tasas de interés, suspensión de multas en infracciones de tránsito; entre
otras.
Por otro lado, se aprobaron reformas laborales que permiten
de común acuerdo entre empleado y empleador reconfigurar su relación
contractual, contratos emergentes de plazo fijo que permiten establecer jornadas
laborales entre 20 y 40 horas; y la posibilidad de reducir de forma emergente
la jornada de trabajo.
Adicional a la Ley, el Gobierno Nacional adoptó una
serie de medidas tales como: recortes a la jornada laboral del sector público,
liquidación de varias empresas públicas, re focalización del crédito externo,
eliminación de subsidios a los combustibles y recorte del gasto público; con lo
cual se pretende obtener alrededor de USD 4 mil millones para enfrentar la
crisis.
De acuerdo a las Naciones Unidas, la Pandemia hará
que el desarrollo humano retroceda por primera vez en los últimos 30 años;
principalmente por la afectación a las personas más vulnerables, el incremento
de los indicadores de pobreza y la desigualdad, la precipitosa caída del
comercio global y el detrimento de las condiciones de vida.
Lo cierto es que el Coronavirus ha tomado al mundo
entero por sorpresa y los ajustes sin duda son fuertes, afectando a todos sin
distinción; no obstante, la humanidad históricamente ha demostrado que se
adapta y retoma una “nueva normalidad”. Es responsabilidad de todos contribuir a
superar esta difícil coyuntura y resembrar el futuro de nuestros hijos en un
mundo que nos ha reprendido en muchas ocasiones en el pasado y hoy más que
nunca, nos llama a reflexionar.
Manta,
22 de mayo del 2020